Berlín se ha convertido en medio de la crisis económica mundial en la nueva sede de la industria cinematográfica. Los bajos costos de producción, los subsidios gubernamentales y la vasta tradición cultural son los componentes de la fórmula perfecta para directores estadounidenses como Tarantino y Polanski.
«Berlín cuenta con algunos factores de éxito claves; uno es la ciudad misma: la gente simplemente quiere estar en Berlín», explicó Carl Woebcken, director ejecutivo de Babelsberg, el más antiguo complejo de estudios a gran escala. Desde la reunificación de Alemania dos décadas atrás, la capital se ha convertido en un importante centro cultural. Asimismo, la historia reciente teutona ha concebido una apreciable variedad de localizaciones únicas: bases militares y edificios de distintas épocas, exponentes de las vertientes nazista y comunista que dividieron al país.
Por otro lado, los subsidios tales como préstamos flexibles o créditos impositivos resultan cruciales ante la crisis financiera internacional. La creación en 2007 del Fondo Federal Alemán para el desarrollo Cinematográfico (DFFF, por sus siglas originales) ofrece a cineastas apoyo económico de hasta el 20 por ciento del presupuesto de un filme. En consecuencia, los estudios independientes europeos, a diferencia de los californianos, no dependen de bancos y fondos de protección ante la falta de financiación. Del mismo modo, algunos de los grandes directores y actores norteamericanos aterrizan en suelo alemán en busca de capitales. Los productos están a la vista: “Operación Valkyria”, “La vida de los otros”, “El Lector” y “Bastardos sin gloria”; las tres últimas, ganadoras de premios Oscars.
Por último, el debilitamiento del euro frente al dólar es el último factor del éxito para los cineastas. Alemania se ha aislado de los profundos recortes de fondos realizados por sus socios de la Unión Europea. Gran Bretaña, por ejemplo, anunció el mes pasado sus planes de eliminar su Consejo de Cine, quien invierte 23 millones de dólares al año en producciones de bandera inglesa.
Cabe destacar que la industria cinematográfica alemana fue el centro del expresionismo casi 90 años atrás con grandes exponentes de dicha vanguardia como “El Gabinete del Doctor Caligari” de Robert Wiene y “Metrópolis” de Fritz Lang; antes de que los nazis tomaran el poder. Bajo el Tercer Reich y el Gobierno comunista de Alemania Oriental, la industria perdió gran parte de su talento y reputación frente a la censura usada para producir propaganda. En la actualidad vive un auge, con el rodaje de unas 300 películas cada año, algunas, o mejor dicho la gran mayoría, abordando su nefasto pasado.
Fuente: http://www.elsemanaldigital.com/articulos.asp?idarticulo=50759&accion=ext